poema de las horas radicales veraniegas

grietas en los pies
un corazón a punto de explotar, una mosca
patina sobre la lava
recurre al viento casi extinto, sofocante
vuelve sólido el vómito y vuela
mientras la temperatura se hace orgánica
la humedad se hace de sexo
y la sangre se dilata y se contrae
avanza el hambre, engulle el presente
habito donde todavía no ha llegado la arena
lejos de tu cuerpo mojado
y con miles de kilómetros de ganas

amnesia de los días de olas y playas infinitas
espacio inquieto por lamer la distancia
que nace desde mis ojos hundidos hasta un perdido corazón

azul noche ¡lámeme
las grietas, humedece
el salitre de mis párpados!

rejilla de salida

¡Por Polaroid! Una salida. De un salto repentino escapo de mi burbuja de cristal y... quedo encajado. Me ahogo, la libertad tan cerca y la muerte aún más. Nadie parece querer ayudarme, ni un alma, ni una risa o un llanto por mi situación. No merece la pena gastar energías en moverme en ninguna dirección. Pienso en quedarme ahí, hasta desnutrirme, y así tal vez, cruzar la salida, puede que siendo un horrendo cadaver.

cansado para sentarme

No me preguntéis dónde estoy porque todo es nuevo para mí. Ni me pidais que me siente, aunque estoy cansado, hundirme en ese sillón no me sirve para sentirme mejor. Aunque viva en ellas, la calle no es mi casa, es sólo un pasillo que no sé a dónde conduce. No quiero darme la vuelta, el futuro estaba atrás y se rompió. Ahora estoy atrapado, sin aire, sin descanso. Si alguien del comienzo siguiese a mi lado, dándome su aliento, compartiendo esperanza... Remontar el río en soledad, me es imposible. Me hundo, no me muevo del fondo, no hay salida, sólo me queda esperar.

con los pies en el cielo

otra tarde más
de agosto
llegas a la playa
nada que hacer
te has tomado el primer
daiquiri del verano
te veo raro
muy raro

instantáneas

-agua-

invocas la liturgia del salitre

mientras

esperamos la próxima ola


-arena-

párate,
justo ahí

donde las retamas habitan la playa

no pises aún la arena


-viento-

en el mismo vaivén

con la misma suerte de los naúfragos

que encuentran su norte

sopla poniente


-la playa-

a lo lejos

allí volveremos a encontrarnos

en otro verano,

el único

nombres

Alicia juega a la comba
de un lado a otro


mece el miedo


enmudece lo inerte
amasa el fuego
su suerte
corrige el presente.

Alicia me sigue,
de cerca
fuerte eco en la cumbre,
acumula aristas, escaleras
la más afilada, la más tierna
caída al vacío, voz hueca.

Cubre fantasmas,
con velo azul
bajo raso nocturno
enciende las piedras
las abraza.
Persigue pasos incorrectos
acosa la intuición
busca el afecto.

Alicia evita
el gobierno de sombras
la farsa enmohecida
por dejarse marcar la frente
sofocos sublevados
por hallar el trébol de la suerte
ya no es una niña
el calor la hace sentir diferente.

Alicia no tiembla, no duda
pisa fuerte y segura
afortunada
camina
piensa
piensa mujer, piensa
eleva un pie


dobla la bandera del día.

sin tiempo

Todo era real como un sueño eterno. Llegaba tarde a ninguna parte, no sabía nada. Nada se movía, sentía que cada vez me quedaba menos tiempo para hacer algo. Me sentía atrapado en un instante fuera de las normas de las horas y los días de la gran ciudad. A punto de quedarme a este lado de la realidad: o abro los ojos y arreglo las manecillas del reloj, o me quedo aquí, olvidado de todos, para siempre.

6 recolectando

La poesía está en todas partes, en el aire, en la hierba, en el agua, en lo vivo y en lo muerto. En las calles, en las casas, en los trenes. En una caja de zapatos. En lo vulgar, en lo incomprensible, en lo feo y en lo hermoso. En el suelo, en el barro, en la carne y en las miradas. En cualquier pedazo de materia (visible o invisible). Nosotros tenemos los ojos entrenados para leerla en lo olvidado. En la palabra mil veces usada, carente de esperanza, al borde de la muerte por cansancio, por inútil. Y la damos nuestro humilde aliento para que vuelva a nacer como otra cosa. Jugamos a ser Dioses jugando con dados de colores.


puro fuego

Sin agallas para respirar el aire robado. Sin dueño que me de de comer, nacido para reir y muerto en vida. Sin oportunidades, aplastado contra la arena bajo un pie de palbaple injusticia seca. Nunca antes había sentido la verdad tan cercana, el olor del fuego devorador, la sangre de las heridas abiertas. Es el calor, el calor me recuerda las muertes de aquellos días, los cigarrillos aplastados junto a las bocas muertas. La huida.

ero-ectoplasma


soy un reflejo de tu ser
deja que maulle entre tus piernas
cuando en la noche
la noción de mí se vivifique
y sientas que te urge algo