escúchame en off, para siempre


hablaré de evadir la expectativa
de situarme en el centro del vacío a respirar un poco
de esperar a que el tesoro de tu piel
se descubra dócilmente ante mis ojos

hablaré con los reflejos de una grata pesadilla
cuando me harte de planearlo todo
cuando no estés y queden rotas porcelanas
muebles en desuso y agujeros en el cuerpo

podría hablar toda la vida y diluirla
en el instante en que enmudezca tras no verte
hay tanto para dar que nunca alcanza
hay tanto qué temer que el tiempo es un demonio


pez plancha

Vivo en la calle de los recuerdos olvidados. Me emborracho hasta que mi cerebro se apaga, así soy feliz. O lo era, ya no lo sé. Mi aspecto es entre cómico y triste, con mi pecera en la cabeza me siento libre de los demás. Parezco un loco, así me siento bien. ¿Y por qué sacas fotos de lo que te rodea? De lo que me rodea, sí... también de lo que rodeaba, o me recuerda a mi pasado... aunque con esas los ojos me duelen y algunas las rompo... También tengo fotos antíguas... No sé por qué lo hago, es un tic del pasado. Supongo que me niego a hacerlo en el fondo de mi pecera. A olvidar. Creo que no te entiendo del todo, me dice. No te preocupes, ni los poetas me entienden. Por eso estoy encerrado aquí. Aunque las calles eran una cárcel, esta habitación es mucho más pequeña. Me gustaría escapar. Siempre andas escapando de algo... Me temo que sí. Pero también tengo cosas que hacer, en otra parte, hay algo que debo investigar... estoy cambiando. Además, cuando los policías me cogieron, dejé muchas cosas a medias. ¿Como por ejemplo? No guardé la tabla de planchar. Estás de broma, Payaso... ¿Me dijiste que puedo llamarte así, verdad? No, y sí. Pero dejemos de hablar. Estoy en esta celda hablando solo, no debería perder el tiempo inventándome personajes imaginarios... Me falta el aire... Payaso, aunque intentes evadirte y huir de todo y de todos, acabarás encontrando respuestas, aunque no quieras, lo harás, siempre ha sido así, está en tu naturaleza. Vaya, de repente te has vuelto locuaz, invento mío. Ahora sí que es momento de parar esta conversación, y salir de aquí.

dos de copas

¿Y esas fotos? me preguntó todavía con sueño. Son cosas muy antiguas. Sí, ya, conozco ese tipo de fotos, me respondió sin saber si se refería al formato o a lo que se mostraba en ellas. Yo sólo tengo una foto de la que fue mi novia hasta el segundo año en prisión, cuando se dio cuenta de que no merecía la pena esperarme. Me la enseñó, no era muy guapa. ¿Y esa de ese par de copas? ¿El recuerdo de una fiesta con alguien especial? Sus preguntas me incomodaban, así no podía ordenar mis recuerdos tranquilo. Sí y no, no y sí. Fue la inaguración de un bar, creo. Pero no era una fiesta, sino más bien una reunión entre un par de amigos. No hubo clientes, no avisamos a nadie. simplemente, acabamos de poner el tejado y lo celebramos. No era mi novia, no. Ella también me dejó, el primer año que estuve fuera de España. Pero no la culpo, las comunicaciones por entonces eran aún más difíciles que ahora, y nunca sabía si estaba vivo o muerto, si la quería o si estaba pensando en olvidarla. No la culpo. ¿Y dónde estuviste? No puedo decirte con exactitud, no me acuerdo. Mi compañero dejó de hacer preguntas, pensó que mi falta de memoria era una excusa para que dejáramos de hablar. Pero tras una pausa, yo seguí hablando. Era un buen amigo. Me dijo que, como tenía que volver antes que yo, intentaría convencerla para que ella viniese. Había bebido, pero sé que hablaba en serio. ¿ Volvió? No, no pudo, le mataron. Lo siento amigo. ¿Y ella? No lo sé. ¿No volviste a buscarla, cuando volviste? No lo sé, no me acuerdo. Mi compañero de celda me empezó a mirar entre exrañado y curioso. No sabía si hablaba con un loco, un enfermo, o con alguien que lo ha perdido todo, hasta la memoria.