nada que hacer, es el discurso de las cosas
perversos tristes para el almanaque humano
tu voz, antaño dulce y filarmónica
se ha apagado colorantes de tiempo
largos caminos de hormigas de pan
te vieron conducirte con Don Aire
acercándote suculentamente
a las colas del mar, que es infinito
eras sólo un niño de ardientes cariados con un álbum
de cromosomas bajo el brazo
estornudos ciegos en las zapatillas
y los cojos protagónicos y taciturnos
en tu mundo de viciosos pandas y alegatos persas
mirlos de balas rojas y naves palmípedas
almorranas croaban al compás de los camastros
en un firmamento destilante de bovino instinto
calculabas metros púbicos de cielo
mientras bandadas de feldespatos
describían tu vida como un juego de bazar
apostada en inmoral partida de hacendados
langostas calles ahora embarazadas
de soledad, como insidiosas del Olimpo
recuerdan tus daños bisiestos, tu piedad de oro
cuando te daba por vivir calibre de culpa
hoy, maduras penas el crisol se asoma a vernos
celeste y oeste compinchados para retenerlo
viejos esfumando en esquinas solitarias
y adheridas de muerte que cauterizan la piel fría
perversos tristes para el almanaque humano
tu voz, antaño dulce y filarmónica
se ha apagado colorantes de tiempo
largos caminos de hormigas de pan
te vieron conducirte con Don Aire
acercándote suculentamente
a las colas del mar, que es infinito
eras sólo un niño de ardientes cariados con un álbum
de cromosomas bajo el brazo
estornudos ciegos en las zapatillas
y los cojos protagónicos y taciturnos
en tu mundo de viciosos pandas y alegatos persas
mirlos de balas rojas y naves palmípedas
almorranas croaban al compás de los camastros
en un firmamento destilante de bovino instinto
calculabas metros púbicos de cielo
mientras bandadas de feldespatos
describían tu vida como un juego de bazar
apostada en inmoral partida de hacendados
langostas calles ahora embarazadas
de soledad, como insidiosas del Olimpo
recuerdan tus daños bisiestos, tu piedad de oro
cuando te daba por vivir calibre de culpa
hoy, maduras penas el crisol se asoma a vernos
celeste y oeste compinchados para retenerlo
viejos esfumando en esquinas solitarias
y adheridas de muerte que cauterizan la piel fría
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