sin tiempo

Todo era real como un sueño eterno. Llegaba tarde a ninguna parte, no sabía nada. Nada se movía, sentía que cada vez me quedaba menos tiempo para hacer algo. Me sentía atrapado en un instante fuera de las normas de las horas y los días de la gran ciudad. A punto de quedarme a este lado de la realidad: o abro los ojos y arreglo las manecillas del reloj, o me quedo aquí, olvidado de todos, para siempre.

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