Esta es vieja. Tantas tardes y noches. Y mañanas. Y días. La eternidad era una de mis compañeras más fieles. Me sentaba cuando me sentía liviano. Era una silla que aguanata poco peso. Cuando el paisaje cambió, mis piernas y las suyas se vinieron abajo.
Un paseo por la desgracia ajena
Hace 8 años


1 comentario:
Una pregunta: ¿Qué paisaje veías desde esa silla, antes de que la fatalidad la hiciera colapsar con todo y su dueño encima?
Publicar un comentario