tenedor de nada

Era mi alimento, mi necesidad más antígua primitiva y olvidada. En una bolsa amarillenta tenía un tenedor sin restos de comida, las hormigas del tiempo lo habían dejado todo muy limpio. Pero anteriormente una mano amiga había compartido almuerzos en África con ese tenedor. Mi boca había sonreido, sus manos se habían portado bien con las mías... hasta había sujetado mi cámara polaroid cuando yo no daba abasto. Pero no sé por qué, su voz y su rostro se perdían en la distancia de los senderos abruptos de mi alma. ¡Payaso Pez, maldita sea, conecta, une cabos, junta imágenes con sentido de una vez! ¿Seré capaz? Me duelen los ojos, respiro mal, mi pecera se empaña... no, son lágrimas, y no sé por qué.

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