fragmentos de comida y de neuronas que resbalan

Me enderecé, dolorido. Había olvidado que pelé un plátano y lo mastiqué. Lo dejé, me levanté, lo pisé y me caí rodando. Estúpido plátano, estúpido Payaso, estúpido hambre sin saciar. Todo podrido, el fruto, mi mente, el ambiente, y mis sentidos, abotargados. El golpe me hizo sentir más vivo, pues hay días en los que lo único que me recuerda que no me han enterrado es que aún sufro, aún sangro y me quejo. Pero pasan los minutos y los minutos son los únicos que pasan. Cierro los ojos, y duermo, y si el hambre me despierta, como lo primero que veo... mira, un golpe de suerte, un platano tirado en el suelo a medio pelar, y aún le queda un buen pedazo! ¡Quién será el idiota que desperdicia lo que yo suplico por hallar!

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