infierno con asas

Miedo y más miedo. A abrir y no saber cerrar. A que pese demasiado. A que me resgistre quien no quiero. Mis propias pertenencias son mis enemigas, espejo de mis vivencias, despertador de mis sueños más escapistas. La entierro o cargo con ella. Pero si camino con este lastre, un día me vencerá la curiosidad de saberlo todo, quién fui, qué me pasó. ¿Y si sólo encuentro decepción? ¿Y si no encuentro nada? O si lo encuentro todo... a lo mejor ese encontronazo con el pasado sólo me provoca una nueva pérdida de memoria... Tiro de la cremallera, guardo mi nariz sin mirar y vuelvo a cerrar la bolsa rápidamente. Me siento muy débil sin mi pecera y sin mi nariz, respiro entrecortadamente. La gente me mira, no logro pasar desapercibido en mi huida de la ciudad. Aunque no sepa lo que hay dentro creo que debo cargar con ello. Alguien me habla, me increpa, no, no tengo documentación... dios mío. Grito, busco mi nariz y mi pecera, pánico, la bolsa está abierta de par en par. Unos brazos intentan agarrarme, no sé si vienen del exterior o de un sitio peor. Me tiro o caigo dentro de mi bolsa de viaje. Ojos cerrados. ¡Qué he hecho! Nado entre objetos y voces, cuerpos que me gritan, que me sepultan. Otros me piden ayuda. Buceo y me voy hundiendo sin dejar de apretar los párpados. Me tapo las orejas con las manos. Estoy perdido. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH

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