interior a la vista

Considero mis tripas como algo muy íntimo, muy privado. Tanto tantísimo que a ratos olvido lo que llevo dentro. Una máquina compleja, repleta de micropoemas que ocultos bajo la tapadera de mi mirada perdida, mi caminar abatido y mi avergonzada nariz de payaso pecero, una máquina de enrevesados sistemas que sin embargo, dan como resultado la más absoluta nada en cuanto una pequeña pieza se desplaza de su sitio. Por eso hoy más que nunca, me quedo sin habla cuando me agitan, desfallezco en cuanto recibo un primer golpe. Es muy complicado, hasta para mí, que de tanto encerrar lo que llevo dentro no sé cómo abrir la llave de la memoria sin hacerme daño, sin estropearme. Ay, cómo me cansan las calles, ay cómo me cuesta esconderme, ay. Quiero convertirme en una sombra de nadie, en un reflejo sin origen real. Observar sin llamar la atención y que me dejen en paz. Pero no sé cómo hacerlo. No sé cómo, tan roto y estropeado estoy. Sin energía, agotado y mal tratado, pues quisieron saberlo todo de mí y me arrojaron tras ver que me había vuelto inútil. Ay, qué frío hace.

No hay comentarios: